Este artículo es bastante especial, es el primero y mi carta de presentación, un artículo que espero poder redactarlo al detalle, no quiero dejar nada en el tintero.
Partimos de la base de que siempre fui una persona “muy cerrada”, aislada (aunque muy amigo de sus amigos) y con una mente que funcionaba a unas revoluciones más altas de lo habitual.
Para entender esta intro nos remontamos al año 2008, un chico con 17 años, inseguro, muy inseguro y con una mente que era imposible gestionar, llena de pensamientos positivos pero, también negativos …
Este año comencé una nueva etapa, cargada de ilusiones. Tres amigos y yo, iniciamos la aventura de compartir piso (la convivencia), cursar nuevos estudios, pero por encima de todos muchas risas y buen ambiente, creamos unos vínculos fortísimos para poder apoyarnos en situaciones que irían surgiendo en el futuro.
A la par, si hablamos de preocupaciones, muy presentes los problemas de salud de familiares directos, perfectos para que el miedo se apoderase de mí. No encontraba un camino para retomar la calma y continuar con los objetivos, que en ese momento eran, estudiar y hacer deporte, lo típico de un joven con ganas de ser en un futuro “un buen técnico informático”… el futuro.
Miedos, inseguridades y futuro, menudo combo, te aseguro que si juntas estos tres ingredientes en tu mente, vas a necesitar por un tiempo paciencia, mucha paciencia. Y esto es lo que pasó en mi cerebrito. Dime la verdad en los comentarios, entre tú y yo, si has llegado hasta aquí seguro que te va sonando un poco lo que voy contando, problemas familiares (en este caso de salud), pensar demasiado en el futuro, no sentirte bien a la hora de tener relaciones con chicas, incluso con amistades …
“A esas mentes inquietas que un día decidieron buscar la calma”
Entremos en detalles, una llamada, una mala noticia, un familiar directo ha sufrido un infarto de miocardio, pronóstico es reservado por las próximas 48 horas y 15 minutos para visitas.
Mi vida con 18 años recién cumplidos se detuvo, todo quedó en segundo plano, incluso yo. Momentos de mucha tensión y preocupación, sinceramente no estaba preparado para afrontarlo.
“Desde aquí mis respetos, pero sobre todo ánimos a toda las personas luchadoras, y más aún a los jóvenes que empiezan con handicaps y les toca afrontar parte cruel de la vida”
La familia, el pilar más importante de nuestras vidas junto con la salud, pues bien, en este punto de mi vida se vieron afectadas ambas y, sin rumbo pero aún con ganas de seguir luchando me tocaría afrontar problemas por mi cuenta de la mejor forma posible, pues bien, como era de esperar, no fue bien. Recuerdo las noches frías de invierno, palpitar mi corazón tan fuerte que podría sentir el cabecero de la cama chocar contra la pared, recuerdo tener vómitos y no poder comer, y aún peor, no poder beber.
Empezaron las primeras visitas al médico de cabecera, todos lo intentos sin éxito, hasta que decidir explicar mi situación en casa y tomar la iniciativa de solicitar una visita al psicólogo de la seguridad social (resido en España), no sólo fui al psicólogo, sino que también acabaría visitando el psiquiatra, sí, a ambos.
Sinceramente, ambos me ayudaron en un momento en el que no encontraba la salida, aunque si algo no perdí, era mi motivación por estudiar y por el deporte, el deporte…
Ya lo decía mi madre, “Todo en exceso es malo”, pues esto resume mi obsesión por el fitness y por verme “bien” físicamente, otro punto que sin darme cuenta me estaba afectando, este tema lo trataré un poco más adelante.
Comenzando la terapia, recuerdo perfectamente cuando me preguntó el psicólogo ¿Cuales son tus preocupaciones? En ese momento comencé a hablar sin parar y me sentía por momentos más aliviado, algo se iluminó en mi mente, fué una sensación muy positiva, ya que pude “descargar” mi cerebro tras varios meses soportando miedos e incertidumbres. Como tarea a realizar en casa, tenía que dibujar lo que pensaba en los momentos de máxima tensión o agobio, algo que le daría muchas pistas al psicólogo para poder seguir ayudándome y averiguar de dónde provenía tanta ansiedad.
“No era depresión, tenía motivaciones y objetivos”
Recuerdo contarle que tenía ganas de seguir estudiando e intentar llegar lo más lejos posible como universitario, cuando ni siquiera estaba en la universidad, pero mi mente ya estaba “luchando y preparándose” contra las asignaturas más complejas a tan sólo 4 años de ello…
Me preocupaba tanto la salud de mi familia, que sólo imaginaba cosas negativas en el futuro a corto plazo y no a tan corto plazo, por lo que decidí.